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azuldeblancos

hay ángeles entre nosotros

hay ángeles entre nosotros - ¡Mamá! ¿no lo has visto? ¡acaba de pasar un señor con dos alas llenas de plumas blancas!.
- No hija, no lo he visto, ¿por dónde ha pasado? , le dijo su madre a Lara.
- ¡pero si se ha cruzado con nosotras! ¡cómo puede ser que no lo hayas visto!- rechistó Lara. - ¡mira! ¡parece que ha perdido una de las plumas!.- Lara avanzó un par de pasos y recogió una blanquísima y esponjosa pluma que reposaba en la superficie de un oscuro charco.
- Se le habrá salido a alguien del abrigo, Lara, ¡no digas tonterías!.- explicó su madre. - Anda, no te entretengas y vamos a casa que parece que va a empezar a llover otra vez.
Lara obedeció, volvió a acercarse a su madre y cogió de nuevo su mano mientras emprendían el camino a casa. En la otra mano mantenía la pluma con sumo cuidado, acariciando su suavidad delicadamente mientras le buscaba un sentido a aquél señor con grandes alas blancas y paso apresurado.

La madre de Lara tenía un sexto sentido para la meteorología, tal como ella vaticinó, comenzó a chispear, los transeúntes aligeraron sus pasos, y los coches empezaron a hacer funcionar sus limpiaparabrisas. En pocos minutos la lluvia ya era copiosa, de la que cala hasta los huesos. Lara y su madre estaban empapadas de pies a cabeza, corrían todo lo que podían, pero una pareja formada por madre e hija cogidas de la mano, digamos que no es la mejor asociación para correr los cien metros lisos. Lara quiso secarse un poco la cara, ya que chorreaba y las gotas en sus gafas no le dejaban ver prácticamente nada; ahí fue cuando se dio cuenta de que la pequeña pluma que llevaba todavía en la mano, estaba completamente seca, miró a uno y otro lado buscando aquella presencia, pero no la encontró. Pararon frente al paso de cebra que las separaba del portal, cuando un coche, que venía a toda velocidad, perdió el control, patinó sobre el gran charco que se había formado en la entrada de esa calle y era invariablemente dirigido por su inercia hacia donde se encontraban Lara y su madre. Todo sucedió muy rápido, Lara pensó No, Dios mío, todavía no, soy joven, y mi madre acaba de cumplir los 65 años, déjala jubilarse y disfrutar de la tercera edad. Apenas transcurrieron dos segundos, apretó fuerte la mano de su madre y el otro puño, en el que guardaba la pluma; ahora le vió, estaba al otro lado de la calle, simplemente soplando; su delicado pero poderoso soplo hizo que el gran árbol bajo el que Lara había jugado de pequeña, se desplomara en la calzada antes de que aquel coche llegara a ellas, y amortiguó el golpe de éste contra su tronco gracias a sus numerosas y frondosas ramas. Las dos habían caído al suelo del susto o del miedo, Lara no lo sabía muy bien; se levantó, ayudó a su madre a incorporarse y señaló con el dedo al otro lado de la calle, donde ya no había nadie, sólo curiosos que iban acercándose. Algo perpleja, bajo la mano y calló, ¿para qué iba a decir nada? ¿quién iba a creer a una mujer de 30 años que paseaba con su anciana madre en un día de intensa lluvia relatando un encuentro con un ángel?

Desde ese día, Lara no ha vuelto a verle, no le busca con la mirada, no le echa de menos, sabe que está cerca de ella y en el fondo, prefiere que sea así. Ojalá tarde mucho en volver a verle, porque entonces ese día, necesitará de nuevo su ayuda.

15 comentarios

Lokura -

Conozco esa sensacion.. me ha encantado el relato... de echo yo tengo dos cumpleaños porque un dia volvi a nacer.. nunca dejare de creer por grande que me haga. EN fin me gusto visitarte volvere sin duda. Besos a mil.

AZUL de Blancos -

Corazón, un beso para tí y otro para tu ángel, dáselo de mi parte :)

Corazón... -

Holas :-)

Preciosa historia, que lleva mucho de realidad, sólo basta ver y sentir con los ojos :)

Creo que tod@s tenemos un ángel que siempre va a nuestro lado

Un beso y saludos!

;o)

AZUL de Blancos -

Trini, te felicito por tener esa compañía tan especial siempre contigo. Un beso.
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debo, no, no hay edad para creer. Un besito.
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Magda, igualmente, un abrazo.
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Egosum, ¡que sí que existen! ¡de verdad! ¿no los has sentido nunca? ;)
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Coolazulb, te felicito por tu compañía, tienes suerte, no todo los siente. Un abrazo.
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Pitijopo, gracias. Un beso.
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mirada, ¿tú también tienes un ángel? ¡jo! ¡qué suerte! ;)
Un besito.
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reuben, nunca deberíamos perder la capacidad de los niños de ver las cosas ¿verdad?
Un beso.
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Enelcamino, al menos eso deseo, que todos tengamos uno. Un beso.

Enelcamino -

Sin duda, es su Angel de la Guarda. Todos tenemos uno que nos acompaña de la mano, no importa la edad.
Besos

Enelcamino -

Sin duda, es su Angel de la Guarda. Todos tenemos uno que nos acompaña de la mano, no importa la edad.
Besos

Enelcamino -

Sin duda, es su Angel de la Guarda. Todos tenemos uno que nos acompaña de la mano, no importa la edad.
Besos

reuben -

Hay que creer..., hay que creer a los adultos que miran con ojos de niño.
Me encantó tu relato. Saludos.

mirada -

Es una historia muy bella, sentirse acompañado por un angel, en mi caso es casi real, sólo es necesario creer. Mil besos preciosa

pitijopo -

Encantadora tu historia. Gusta leerla a estas horas. BEsitos.

Coolazulb -

A veces pienso que yo también tengo un ángel...y me parece que se quien es...ella cuidará de mi.
Nunca se es demasiado mayor para creer en ello.

Besos azules

Egosum -

Hermosa historia.. Ojala existieran. Un saludo.

Magda -

Wow!! que preciosa historia :)
Estoy convencida que siempre alguien está ahi, cerca de nosotr@s en los momentos que más los necesitamos, y esto, cierto o no, me da paz.

Muchos saludos para ti, y que tengas muy buena semana.

debo -

No hay edad para creer en un angel de la guarda... dios nos acompaña siempre, en cada paso que damos y esta ahi para soplar en cada momento de nuestra vida...

Trini -

¡Qué bonita historia Azul, te cuento un secreto yo no sé si será un ángel o una presencía o el viento que me acompaña o quizás mi propia sombra pero algo camina a mi lado muchas veces lo siento Y soy más mayor que tu Lara...

Un beso